
El uso del lenguaje con perspectiva de género en la administración
Utilizar un lenguaje libre de sexismo no es una cosa banal ni una cuestión de modas. Es importante que la sociedad lo entienda como un paso más entre la igualdad de mujeres y hombres. Aceptemos que nuestra realidad es lingüística y el uso sexista de la lengua es reflejo de una sociedad androcéntrica en la que se valoran las capacidades de los hombres y se ocultan las de las mujeres. Así que igual que en comunicación tenemos claro que lo que no se comunica no existe aceptemos que lo que no se muestra tampoco, y seamos conscientes de que el uso del lenguaje que estamos utilizando tiende a invisibilizar a las mujeres.
Se trata de hacer pequeños esfuerzos que al principio pueden resultar complicados pero que a medida que se interioricen ayudarán a utilizar un lenguaje inclusivo, que no denigre a las mujeres y con una perspectiva que nos englobe a toda la ciudadanía.
La burocracia es masculina
En la Administración Pública, sin ir más lejos se deberíamos cuidar mucho más la perspectiva de género en la comunicación y el lenguaje inclusivo. A pesar de que la mayoría de la plantilla somos mujeres, nos movemos en un mundo muy masculinizado en el lenguaje. Arrastramos un bagaje de siglos dónde la burocracia era cosa de hombres y por tanto los documentos administrativos siguen, en muchos casos, siendo un reflejo de esa masculinización de la administración. Hasta que las mujeres no nos incorporamos al mundo laboral resultamos invisibles a la sociedad y, por tanto, a la Administración Pública. Hoy la sociedad actual requiere que la Administración sea un ejemplo de inclusión en todos los sentidos, también a la hora de elaborar un lenguaje con perspectiva de género.
No es necesario ridiculizar, es cuestión de justicia
Para empezar ayudaría mucho que se dejaran de ridiculizar las acciones encaminadas a comunicar con perspectiva de género. Es un hecho que vivimos en una sociedad patriarcal y que el lenguaje es una herramienta vinculada a la sociedad y la cultura por lo tanto, como cualquier producto social, no es neutro y se adapta a los intereses de la realidad que explica.
Desde los anales de la historia se ha considerado a los hombres como centro y comparación de todas las cosas y por ende el lenguaje ha evolucionado en la misma línea. La sociedad ha evolucionado y las mujeres lo hemos hecho dentro de esa estructura patriarcal. Hemos luchado por dejar de ser dependientes y reivindicar la igualdad pero en el lenguaje se ha mantenido el androcentrismo, ocultando, discriminado, invisibilizando y excluyendo a las mujeres. Cuando asumamos y utilicemos todos y todas realmente una lengua que represente a las mujeres empezará a cambia la realidad y con ella la sociedad será más justa.
Yo crecí pensando que en la prehistoria solo había hombres
Ver a las mujeres representadas en el lenguaje implicaría un cambio en la iconografía mental de la sociedad que ha naturalizado y normalizado la figura masculina como la imagen de lo humano que incluye todo y ha considerado el género gramatical masculino como un universal que acoge a las mujeres pero sin representarlas. Se utiliza el masculino genérico porque las esferas de poder las ocupaban los hombres, lo masculino era lo general y lo femenino lo particular, la anécdota. Así empezó la negación de las mujeres como sujetos sociales, también en el lenguaje. Yo crecí pensando que en la prehistoria solo había hombres. Dale la vuelta a esto. ¿Cómo lo ves? ¿No crees que eso haya provocado a lo largo de la historia y desde la infancia la creación de imágenes mentales masculinas con las que hemos crecido hombres y mujeres? La lengua es suficientemente rica y las personas somos suficientemente hábiles como para sustituir el masculino genérico por fórmulas más incluyentes y plurales.
El padre, el hijo y el espíritu santo
Quiero contar una anécdota que para mí es ilustrativa y que la viví en primera persona. Esta situación me hizo dar cuenta de la importancia de la iconografía del lenguaje que nos han grabado a fuego en nuestro imaginario desde pequeños y que vamos transmitiendo de generación en generación sin darnos cuenta.
Mi hija Carmen de 6 años, ahora tiene 24, se encontraba en la UCI en estado grave. Su padre estaba con ella. Yo estaba en casa con mi hijo Andreu de 3 años, ahora tiene 21, en brazos, esperando noticias. En un momento de desesperación (no soy creyente), cuando ya no tenía a donde aferrarme le dije: Andreu vamos a pedirle a Dios que se cure Carmen y me santigüé. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, dije en voz alta. A lo que Andreu, abriendo mucho esos ojos tan grandes que tiene, me replico extrañado: ¿Y la madre?
Todo parte de realidades cuestionadas que con el tiempo se normalizan
Olvidémonos ya de la manida economía del lenguaje. Si se trata de representar a ambos sexos por igual, existes muchas opciones. Y recuerda que si el lenguaje evoluciona, su norma también debería hacerlo. Si la tradición de la lengua se fundamenta en idearios androcéntricos caducos hay que cambiarla y adaptarla a una realidad en la que las mujeres participamos en todos los ámbitos sociales. Es muy importante, en materia de igualdad, cuestionar el lenguaje ya que puede ayudar transformar y conseguir una sociedad más igualitaria, igual que lo consiguió la educación, el derecho al voto, el ponernos pantalones o el trabajar fuera de casa. Si te parecía normal fraternidad (frater=hermano) ¿no tendría que ser igual de normal sororidad (sor=hermana)? Todo parte de realidades cuestionadas que con el tiempo se normalizan.
¿Llamarías un enfermero enfermera? ¿Y a un maestro señorito? ¿Y a un secretario secretaria? ¿Y a un modisto modista? Hablamos de profesiones que en un principio ejercían solo mujeres que se han normalizado al género masculino sin problema. ¿Por qué nos cuesta tanto llamar albañila o pilota? ¿No te da que pensar? Sin embargo nos hemos acostumbrado a abogada y presidenta. Lo que no se puede nombrar no existe. Seamos más flexibles, feminicemos sin ironizar. ¿A qué ahora te estás acordando de miembra? Dale la vuelta, se trata de normalizar el lenguaje.
Pautas y recursos para trabajar la perspectiva de género en el lenguaje
Tener pautas y recursos en la Administración que utilicemos de manera sistemática puede ayudarnos a entender que no es tan complicado evitar el sexismo lingüístico y que se trata de una cuestión de voluntad y de convencimiento y por supuesto de formación. Nos ampara la norma (bastante extensa) que establece la igualdad de oportunidades y la no discriminación de mujeres y hombres en la sociedad y el lenguaje es uno de los aspectos que tiene en cuenta. Y ante la duda dale la vuelta, así de fácil. Si nos topamos con una frase o situación que chirría en el lugar del hombre pon a la mujer y te darás cuenta de cuan sexista puede llegar a ser el uso que hacemos de la lengua.
“El ministro lucía una corbata que estilizaba su figura”; “El hombre violado en grupo estaba borracho”; “Elecciones a rectora en la Universidad”; “Señorito, tome asiento”; El presidente luce una esbelta figura” ; “El concejal de cultura es una harpía”; “Todo el pueblo participó en la presentación menos los hombres”; “La marido de la presentadora Maria Ferández ha escrito un libro”; “Pablo ha mantenido una conversación con Sáenz de Santamaria”; “La lista de buenorros internacionales en los juegos olímpicos”; «Los consejeros Merkel posan para la revista Vogue”;
Cata de ejemplos
El lenguaje en la administración debe pasar el filtro del género debiendo procurar el uso inclusivo y no sexista, con la finalidad de que visibilice siempre a las mujeres, que no se utilicen estereotipos y que se utilice de manera equilibrada el masculino y el femenino. Existen guías para el uso no sexista del lenguaje que son herramientas que pueden ayudarnos a interiorizar nuestro vocabulario de manera igualitaria. Capacitar al personal tanto político como técnico en comunicación incluyente y no sexista es imprescindible para alcanzar el objetivo.
A modo de cata dejo aquí algunos ejemplos sacados de esas guías:
Utilizar los dos géneros: Los consumidores y las consumidoras. El/la solicitante
Uso de barraras: D./Dña. Candidata/o
Utilizaremos genéricos reales para incluir a hombres y mujeres: Funcionariado, ciudadanía, profesorado, alumnado.
Los pronombres relativos pueden ayudar: Los lectores de este libro/quienes leen este libro
Poner delante la palabra persona a la expresión sexista: El emprendedor/la persona emprendedora
Evitar el hombre como genérico: El hombre prehistórico/ Las mujeres y los hombres de la prehistoria/ La sociedad prehistorica
Utilizar el impersonal: Aquellos que quieran/Quienes quieran
Los ganadores recibirán un premio/Se premiará con
Tener en cuenta que las profesiones tienen femenino: La formación de los jueces/ la formación del personal de justicia, Lajudicatura, las juezas y los jueces
Los cargos en los formularios:
El/la Concejal
El alcalde/ La alcaldesa
El director/ La dirección
El secretario/La secretaría
En la comunicación oral
La imagen
Hacer un uso sexista del lenguaje tiene como consecuencia silenciar la voz de las mujeres y hacer invisible su presencia, participación y existencia. La Administración Pública administra a todas las personas, hombres y mujeres.
Es deber de la Administración que la ciudadanía se sienta representada en su totalidad. Modificar el lenguaje es una de las correcciones necesarias para compensar las desigualdades de género y ayudará a modificar la sociedad y a avanzar hacia la igualdad.
Publicado el 30 de marzo de 2019, día en el que celebramos el 119º aniversario del nacimiento de Maria Moliner